La primera vez que se va a París, lo más probable es que uno querrá ver esa torre tan famosa y visitada, treparla, tratar de entender por qué es todo un fenómeno monumental y tomarse alguna foto.
París, cósmicamente, fue la primera ciudad de otro país que visité cuando empecé a viajar. Cósmicamente porque siempre quise ir a Francia, porque una de las personas más especiales para mí vive ahí, porque no la escogí yo, me la asignaron y porque ¿quién no quiere ir a Paris?
Cuando el avión empezó su descenso, se me salían las lagrimitas. Cuando tocamos tierra, no lo podía creer... es un sentimiento único.
Así que... estar frente a la Torre Eiffel y ver su monstruosa estructura de acero es una representación de todo eso, del deseo de estar en un lugar que todo mundo ha visto en un libro o en la tele, de que la verdad para muchos, incluyéndome, poder estar en un lugar al que te ha costado trabajo llegar por la razón que sea, es una felicidad suprema. En mi experiencia, los lugares pierden su nombre cuando estoy ahí... los lugares se vuelven nudos en un tejido inmenso sobre el que se camina o se flota o se vuela.
Así que... mi respuesta a qué se siente estar ahí es que no es Paris ni su torre, pero es la emoción de encontrarse en el tejido un nudo que cobra fuerza con la energía de la gente que lo teje cada día desde mucho antes que uno llegara y por fin, en el segundo de vida que me tocó pasar por aquí, hacer fluir la energía un poco más. También se siente un poco de impaciencia porque hay mucha fila para entrar, mucho frío si vas en otoño y vas al mirador donde hace muchísimo aire helado y un poco de ñáñaras porque el aire mueve la torre de un lado a otro y se percibe perfecto la oscilación.
Pequeños detalles que llamaron mi atención:
El costo de la entrada depende de hasta dónde quieras subir y cómo: por elevador al primer piso cuesta 4 euros, al segundo 8 y al tercero 12. A patín, 4 euros si tienes más de 25 y buena condición física pero sólo se puede ir hasta el segundo piso así.
En el invierno del 2004 hubo una pista de patinaje sobre hielo allá arriba.
De noche le ponen luces de colores.
El elevador es anaranjado, como el metro del df y se mueve como en diagonal.
Sirve como antenota pal radio y la tele.
París, cósmicamente, fue la primera ciudad de otro país que visité cuando empecé a viajar. Cósmicamente porque siempre quise ir a Francia, porque una de las personas más especiales para mí vive ahí, porque no la escogí yo, me la asignaron y porque ¿quién no quiere ir a Paris?
Cuando el avión empezó su descenso, se me salían las lagrimitas. Cuando tocamos tierra, no lo podía creer... es un sentimiento único.
Así que... estar frente a la Torre Eiffel y ver su monstruosa estructura de acero es una representación de todo eso, del deseo de estar en un lugar que todo mundo ha visto en un libro o en la tele, de que la verdad para muchos, incluyéndome, poder estar en un lugar al que te ha costado trabajo llegar por la razón que sea, es una felicidad suprema. En mi experiencia, los lugares pierden su nombre cuando estoy ahí... los lugares se vuelven nudos en un tejido inmenso sobre el que se camina o se flota o se vuela.
Así que... mi respuesta a qué se siente estar ahí es que no es Paris ni su torre, pero es la emoción de encontrarse en el tejido un nudo que cobra fuerza con la energía de la gente que lo teje cada día desde mucho antes que uno llegara y por fin, en el segundo de vida que me tocó pasar por aquí, hacer fluir la energía un poco más. También se siente un poco de impaciencia porque hay mucha fila para entrar, mucho frío si vas en otoño y vas al mirador donde hace muchísimo aire helado y un poco de ñáñaras porque el aire mueve la torre de un lado a otro y se percibe perfecto la oscilación.
Pequeños detalles que llamaron mi atención:
El costo de la entrada depende de hasta dónde quieras subir y cómo: por elevador al primer piso cuesta 4 euros, al segundo 8 y al tercero 12. A patín, 4 euros si tienes más de 25 y buena condición física pero sólo se puede ir hasta el segundo piso así.
En el invierno del 2004 hubo una pista de patinaje sobre hielo allá arriba.
De noche le ponen luces de colores.
El elevador es anaranjado, como el metro del df y se mueve como en diagonal.
Sirve como antenota pal radio y la tele.
Las imágenes...